miércoles, 23 de octubre de 2013

El Papa Francisco con la Virgen de Fátima el 13 de Octubre

El papa Francisco ha hecho una peculiar renovación de las anteriores consagraciones a la Virgen María. Ante la imagen original de la Virgen de Fátima del Santuario, rodeado de 100.000 fieles y escogiendo la significativa fecha del 13 de octubre, día de la última aparición, cuando se produjo el milagro del sol, El Papa Francisco ha rezado la siguiente fórmula: Bienaventurada María, Virgen de Fátima, con renovada gratitud por tu presencia materna unimos nuestra voz a la de todas las generaciones que te llaman bienaventurada. Celebramos en ti las grandes obras de Dios, que nunca se cansa de inclinarse con misericordia sobre la humanidad afligida por el mal y herida por el pecado, para sanarla y salvarla. Acoge con benevolencia de madre el acto por el nos ponemos hoy bajo tu protección con confianza, ante esta tu imagen tan querida por todos nosotros. Estamos seguros que cada uno de nosotros es precioso a tus ojos y que nada te es ajeno de todo lo que habita en nuestros corazones. Nos dejamos alcanzar por tu dulcísima mirada y recibimos la caricia consoladora de tu sonrisa. Protege nuestra vida entre tus brazos: bendice y refuerza cada deseo de bien; reaviva y alimenta la fe; sostén e ilumina la esperanza; suscita y anima la caridad; guíanos a todos nosotros en el camino de la santidad. Enséñanos tu mismo amor de predilección hacia los pequeños y los pobres, hacia los excluidos y los que sufren, por los pecadores y por los que tienen el corazón perdido: reúne a todos bajo tu protección y a todos entrégales a tu Hijo dilecto, el Señor Nuestro, Jesús. Amén.

martes, 15 de octubre de 2013

Beatificados 522 mártires de la persecución religiosa en España


Beatificación: “los mártires no fueron caídos de la guerra civil, sino víctimas de una radical persecución” El enviado del Papa a la beatificación dijo que "En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30 (treinta), vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas, detruyendo parte de vuestro precioso patrimonio artístico" El Papa Francisco dijo desde Roma al término de la Eucaristía y antes del rezo mariano del Ángelus, “Queridos hermanos y hermanas, hoy, en Tarragona, España, han sido proclamados beatos cerca de quinientos mártires, asesinados por su fe durante la Guerra Civil española, en los años treinta del siglo pasado. Alabemos al Señor por estos valientes testigos suyos, y por su intercesión, supliquémosle que libere al mundo de toda violencia”. En la beatificación más grande de la historia en España, que contó con la asistencia de 25.000 personas al acto de este domingo 13 de octubre; se presentó un vídeo con el mensaje de Su Santidad, donde Francisco explicó: “¿Quiénes son los mártires? Son cristianos ganados por Cristo, discípulos que han aprendido bien el sentido de aquel «amar hasta el extremo» que llevó a Jesús a la Cruz. El amor total: y cuando se ama, se ama hasta el extremo. En la Cruz, Jesús ha sentido el peso de la muerte, el peso del pecado, pero se confió enteramente al Padre, y ha perdonado”, expresó el Santo Padre. Por su parte el enviado especial del Papa Francisco, el cardenal Angelo Amato, dijo en su homilía: Hoy, aquí en Tarragona, el Papa Francisco beatifica 522 (quinientos veintidós) mártires, que «versaron su sangre para dar testimonio del Señor Jesús» (Carta Apostólica). Es la ceremonia de beatificación más grande que ha habido en tierra española. Este último grupo incluye tres obispos ­Manuel Basulto Jiménez, obispo de Jaén; Salvio Huix Miralpeix, obispo de Lleida e Manuel Borrás Ferré, obispo auxiliar de Tarragona -y, además, numerosos sacerdotes, seminaristas, consagrados y consagradas, jóvenes y ancianos, padres y madres de familia. Son todos víctimas inocentes que soportaron cárceles, torturas, procesos injustos, humillaciones y suplicios indescriptibles. Es un ejército inmenso de bautizados que, con el vestido blanco de la caridad, siguieron a Cristo hasta el Calvario para resucitar con Él en la gloria de la Jerusalén celestial”, puntualizó. Luego se refirió a las persecuciones: “En el periodo oscuro de la hostilidad anticatólica de los años 30 (treinta), vuestra noble nación fue envuelta en la niebla diabólica de una ideología, que anuló a millares y millares de ciudadanos pacíficos, incendiando iglesias y símbolos religiosos, cerrando conventos y escuelas católicas, detruyendo parte de vuestro precioso patrimonio artístico. El Papa Pío XI (once) con la encíclica Dilectissima nobis, del 3 (tres) de junio de 1933 (mil novecientos treinta y tres), denunció enérgicamente esta libertina política antirreligiosa. Recordemos de antemano que los mártires no fueron caídos de la guerra civil, sino víctimas de una radical persecución religiosa, que se proponía el exterminio programado de la Iglesia. Estos hermanos y hermanas nuestros no eran combatientes, no tenían armas, no se encontraban en el frente, no apoyaban a ningún partido, no eran provocadores. Eran hombres y mujeres pacíficos. Fueron matados por odio a la fe, solo porque eran católicos, porque eran sacerdotes, porque eran seminaristas, porque eran religiosos, porque eran religiosas, porque creían en Dios, porque tenían a Jesús como único tesoro, más querido que la propia vida. No odiaban a nadie, amaban a todos, hacían el bien a todos. Su apostolado era la catequesis en las parroquias, la enseñanza en las escuelas, el cuidado de los enfermos, la caridad con los pobres, la asistencia a los ancianos y a los marginados. A la atrocidad de los perseguidores, no respondieron con la rebelión o con las armas, sino con la mansedumbre de los fuertes”. (Ir al texto completo)